sábado, 28 de febrero de 2009

El que estaba a tu derecha

Pigmalión, rey de Chipre y gran escultor, que durante toda su vida buscó una esposa cuya belleza correspondiese con su ideal de mujer perfecta (cuánta superficialidad, pero al menos éste no tenía problema en reconocerlo). Coincidiendo con las vísperas de las fiestas de Afrodita, diosa adorada por los habitantes chipriotas, Pigmalión decidió realizar una obra escultórica empleando todas sus fuerzas y talento, para ofrecérsela como tributo a la diosa. La estatua resultante fue la figura de una joven tan perfecta, que parecía que del frío mármol que la componía emanaba calor. Pigmalión, en el colmo de la autocomplacencia se enamoró de ella. Ya acabando la fiestas de Afrodita, el rey le imploró que le diese vida a su estatua, sin obtener las más mínima respuesta. Esa noche, Pigmalión se durmió llorando abrazado a la imperturbable estatua. Al despertar, sintió como ahora unos cálidos brazos le abrazaban a él, por una vez. La voz de Afrodita surgió de un rincón oscuro de su taller y le dijo: "Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias a la vida que me ha dado tanto, me ha dado la boca que es con la que canto

Anónimo dijo...
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